Recuerdo (entonces yo era el niño) cómo de pronto se quebraba el cristal de la noche y erizando la piel del silencio emergía la criatura aullando y agitándose como un animal sorprendido por la realidad que procurase de nuevo el refugio del sueño...
Estas piezas breves y ligeras escritas por Valentín Carrera son pequeños divertimentos literarios que nos acercan al Enrique Gil más familiar y sorprendente, y siempre un gran desconocido: un escritor más laureado y renombrado en calles, placas y estatuas en su tierra que verdaderamente leído y escuchado.
Un libro menor, pero simpático; un artefacto con vocación escolar, didáctico, pensado para quienes nunca leerán las 1.000 páginas rotundas de las obras completas de Gil.